Guía de Portugal

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Lisboa y su Torre de Belem. Una de las imágenes más conocidas de Portugal.

Portugal nuestro país hermano.

Portugal es pasión, es saudade, es luz, es fado…Portugal es un mosaico de paisajes. Ciudades históricas como Lisboa, Coimbra y Oporto. Montañas en Tras-os-Montes. Llanura en el Alentejo. Costas Atlánticas con playas interminables desde el Miño hasta el Guadiana. Desde Viana do Castelo, Porto, Aveiro, Figueira da Foz, Lisboa, Setubal, Sines, la Costa Alentejana y Vicentina. El Algarve con su historia de descubrimientos de Ultramar, Sagres,  Lagos, Portimão, Faro, Tavira

Portugal son sus archipelagos atlánticos, dos destinos increíbles, de origen volcánico. Las levadas de Madeira, las inmensas playas de arena blanca y fina en Porto Santo. El archipiélago de las Islas Azores con ma montaña más alta de Portugal, el Pico, un volcán que ocupa la isla homónima. Con calas de aguas transparentes, miradores en las montañas, acantilados mirando al Atlántico…

Portugal son callejuelas empedradas, monumentos impecables, el azul y el verde y el amarillo de los azulejos, y las chimeneas del Algarve…

Portugal es gastronomía y delicias. Un país lleno de delicias de bacalhau, caldeiradas, rissois de camarão y pasteis de nata. Y vino de Madeira, vino de Oporto, vinho verde. Portugal somos nosotros cuando lo recorremos, porque nos fundimos con su paisaje, con sus gentes, con sus sonidos, con su luz,…

Portugal diverso, Portugal que acoge.

Palacio de Pena en Sintra, otro monumento mítico de Portugal.

Con sólo entrar en este país de uno y mil paisajes, ya escuchamos ese siseo, ese regalo para los oídos que es la lengua portuguesa, una de las más bonitas que conocemos. Viajar a Portugal es, en primer lugar, entrar en contacto con esas gentes amables y acogedoras y escucharlos hablar, intentar comunicarnos en la lengua de Pessoa sin que nos respondan en la de Cervantes, ya que a los lugares a los que viajamos siempre preferimos escuchar la lengua del país.

El Norte

Viajar a Portugal desde el norte, por la frontera con Galicia o con Castilla-León es adentrarnos a la magnífica región de Tras-os-Montes. Un Portugal diferente, menos turístico, que ofrece al viajero paisajes de montañas y parques naturales. Pero también magníficas zonas monumentales en Chaves, Lamego, Bragança, con su ciudad medieval amurallada y su castillo, o Vila Real, la capital, con sus edificios aristocráticos.

O el Parque Nacional Peneda-Gerês, entre el Alto Minho y Tras-os-Montes, con su paisaje natural único, el Miño, las montañas, la exuberante vegetación, las aldeas relacionadas con la antigua transhumancia, que les ofrece posibilidades de hacer rutas de senderismo. Otra posibilidad de llegar a Portugal por el norte es por el río Miño, en barco, desde A Guarda (y tras visitar en Galicia el Monte Santa Tecla y disfrutar de las vistas panorámicas de Portugal desde lo alto) y llegar a Caminha, y así comenzar a conocer la costa Atlántica de Portugal.

El Atlántico.

Playas atlánticas de Portugal, playas del Algarve, playas en Madeira, porto Santo y las Azores.

Y es que Portugal nos ofrece una extensa costa de 850 kilómetros de playas inmensas, de aguas limpias – también bastante frías, todo hay que decirlo, excepto las playas del Algarve, con temperaturas más altas – y arenas blancas. Es un gran placer caminar por estas enormes playas y disfrutar del Atlántico, con sus mareas, que huele a mar realmente, a marisco, a pescado el cual forma parte de muchos de los platos de la gastronomía portuguesa.

Y por el norte, llegamos a espléndidas ciudades con una gran riqueza monumental, como Viana do Castelo – una de las ciudades más hermosas del norte de Portugal -, Braga, entre las más antiguas, con su universidad y la monumental escalinata del Santuario del Bom Jesus; la bella Barcelos, con su casco antiguo y el emblemático gallo de Barcelos.

Porto.

Hermosa panorámica de Oporto.

Y por supuesto Porto, Oporto, Patrimonio Mundial de la UNESCO – uno más de los muchos lugares que han sido clasificados en Portugal como Patrimonio Mundial de la UNESCO -, una bellísima ciudad que mira al Duero, que posee un inmenso patrimonio monumental.

Oporto tiene algo diferente, es una ciudad con una luz especial, una ciudad de mil caras, con mil puntos de vista: podemos ver Oporto en barco desde el Duero, podemos ver Oporto y su espléndido centro histórico desde el mirador más alto, o tal vez Oporto de noche, desde la otra orilla, donde se encuentras las bodegas del famoso vino de Porto, cenando y degustando un delicioso bacalao regado con un vino branco. En todo caso, Porto es una ciudad que conquista.

Uno de los famosos vinos de Portugal, el Oporto.

Y nos conquista no sólo por lo que acabamos de decir, sino también por su vino, cultivado en las terrazas del Duero. Aunque en el norte también pueden degustar los vinos de mesa del Douro, que están adquiriendo cierto renombre, y por supuesto el vino verde, que en realidad es blanco o tinto, aunque es más apreciado el primero. Les aconsejamos pues que hagan la Ruta del Vino de Porto y Douro, que se puede hacer en coche, barco o tren; que visiten las aldeas vinateras de Favaios, Provesende, Barcos, Ucanha, Trevões y Salzedas; y, por supuesto, que conozcan las bodegas de Gaia, donde envejece el vino de Oporto. Desde luego, muy recomendable el enoturismo en Portugal.

Por otra parte, no podemos olvidarnos de la espléndida ciudad de Guimarães. Cuna de Portugal, que fue Ciudad Europea de la Cultura 2012, y no es de extrañar, puesto que es una de las ciudades más bellas del país. Su magnífico conjunto monumental, sus callejuelas impecables, sus casas señoriales, su castillo catalogado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Guimarães no es una ciudad de exposición, si no que se ve vida en ella, es una ciudad auténtica, como muchas de las ciudades y pueblos de Portugal.

La región de Oporto y Norte también es conocida por sus termas de efectos terapéuticos y relajantes muy apreciados. Visiten también las termas portuguesas de Caldelas, de São Vicente, de Chaves o de Taipas.

El centro de Portugal.

Barco «moliceiro» típico de la ría de Aveiro, la pequeña Venecia portuguesa.

El Centro de Portugal nos reserva tesoros como Aveiro, entre la ría y el mar, con sus barcos típicos llamados “moliceiros”; las famosas construcciones típicas de madera de diferentes colores: los “palheiros”en la Costa Nova, La cosa atlántica de Portugal es magnífica en está parte del país. Las inmensas playas de Nazaré o de Peniche son muy frecuentadas por los turistas y los amantes del surf y del kite sur. Kilómetros y kilómetros de arenales donde. disfrutar de los deportes marítimos.

El centro del Portugal es también cultura y artesanía, como en Ovar y los azulejos – otro de los símbolos de Portugal -. Hacía el interior encontramos aldeas construidas con piedra de esquisto y pueblos amurallados que son auténticas joyas. Es el caso de Óbidos, otro de los puntos turísticos de Portugal.

Sin olvidar Viseu, Guarda y Castelo Branco, ciudades de interior con mucha historia. Y claro está, una de las ciudades más monumentales y antiguas: Coimbra. Famosísima por su Universidad y toda ella Patrimonio Mundial de la UNESCO, Coimbra es otro destino ineludible de nuestro viaje a Portugal.

Todo el mundo ha oído hablar de la antigua Universidad de Coimbra, pero menos gente, desgraciadamente, conoce  las montañas del interior. Coimbra huele a ese Portugal romántico y antiguo, con sus callejuelas, sus parques y plazuelas cubiertos por hojas y piedras que rezuman historia.

La naturaleza de la zona limítrofe con España es espectacular. La sierra de la Estrella, o la de Lousã, Caramulo o Açor, con sus bellas rutas de senderismo y de BTT.

Lisboa, la capital.

Los azulejos son uno de los productos de artesanía más apreciados de Portugal. © María Calvo.
Los azulejos son uno de los productos de artesanía más apreciados de Portugal. © María Calvo.

Y la luz de Portugal, Lisboa, la capital, una ciudad mirando al río Tajo. Lisboa serpentea como un viejo tranvía por las callejuelas adoquinadas, llevándonos desde la Baixa hasta el Barrio Alto. La capital de Portugal es una ciudad abierta al mundo, donde llegan todas las influencias y todas las gentes. Lisboa nos muestra sus secretos más ocultos y también los más evidentes.

Alfama suena bajo nuestros píes mientras subimos al Castelo de São Jorge, Las librerías nos abren sus puertas con versos de Pessoa, lineas de Ema de Queiros, de Castelo Branco, de Lobo Antunes y del maestro José Saramago. Las panaderías, los cafés, las pastelerías rezuman de olores conocidos en España, pero también de especies venidas de Brasil, de Mozambique y Angola, de la India y de Macao. Lisboa es una ciudad universal.

Monasterio de los Jerónimos de Belem, en Lisboa, obra maestra del estilo gótico manuelino.

Lisboa es el Tajo y sus puentes que lo cruzan y permiten verla aún más bella. Está el antiguo, el Puente 25 de Abril, que recuerda la Revolución democrática de Los Claveles. Este puente se acera a la desembocadura , a un paso de Belm, de su monumento a los navegantes y a los descubrimientos de Portugal. Muy cerca también del impresionante Monasterio de los Jerónimos, obra cumbre del estilo renacentista manuelino. Un particular gótico mudejar que se desarrolló en Portugal durante el reinado de Manuel I, a finales del siglo XV y principios del XVI, uniendo lo mejor del arte gótico y árabe.

Del otro lado de la ciudad, el Puente Vasco de Gama, el más moderno, que se sitúa junto al Parque de las Naciones, donde tuvo lugar la Expo de Lisboa 1998. Y en mitad de ambos puentes la Baixa, la Plaza del Comercio y el corazón de esa Lisboa milenaria.

Lisboa está llena de monumentos y Museos. Museos como el Calouste Gulbelkian; monumentos como el elevador de Santa Justa, los teatros del Rossio, el Cafe Chinés, el Parque Edouardo VII, la Plaza del Comercio y el Arco de la Rua Augusta, el convento do Carmo y la Sé, la Catedral de Lisboa con sus miradores.

A las afueras de Lisboa está Sintra y su castillo de cuento de hadas, el Palacio de la Pena. Cascais y la Costa de Estoril, que aún conserva palacetes y casonas de finales del siglo XIX, mantienen su encanto, mitad pasado de moda, mitad romántico de tiempo de entre guerras. Al otro lado de los puentes se extiende una península que comienza en las playas de la Costa da Caparica y termina en la ciudad de Setubal.

El Alentejo de Saramago.

Y siguiendo el Tajo, el Alentejo, con las bellas playas del sur, ideales para hacer surf, y la inmensa llanura del interior, que se presta para dar paseos en bici o a pie. La gran llanura empieza en la ribera sur del tajo y llega hasta el Algarve. La zona norte del Alentejo es relativamente verde, una planicie que se va a haciendo dehesa cada vez con menso árboles. El paisaje recuerda mucho al de Extremadura y Andalucía. Los olivares dan excelentes aceites de oliva y el paisaje siendo reconocible y cercano, posee su propia personalidad.

Santarém, mirador sobre la inmensidad del Tajo, castillos, recintos amurallados, y las magníficas ciudades de Évora y Elvas, Patrimonio Mundial de la UNESCO, sin olvidar Beja o Portalegre. Y el vino del Alentejo, tan conocido como el vino verde o el Porto.

Marvão o Monsaraz pueblos antiguos con restos de todos aquellos que por aquí pasaron son lugares con un encanto especial. Cuando las sierras aparecen y el relieve se dobla, castillos, casas blancas, patios y jardines de reminiscencias árabes nos acercan a España y al Algarve.

La Ruta Vicentina.

Playa de Odeceixe, en la Costa Vicentina, más desierta y salvaje que las del Algarve. © María Calvo.

No dejen de recorrer la Ruta vicentina, que recorre la costa oeste entre Lisboa y el Algarve. Una franja de la costa portuguesa que mira al Atlántico, 340 kilómetros a lo largo de una de las zonas costeras más bellas de Europa. Una ruta de inmensas playas salvajes que recorre dos regiones de Portugal: el Alentejo y el Algarve. El recorrido termina en el cabo San Vicente, esa barbilla tan curiosa de la península ibérica. Allí podrá pararse y disfrutar de  bellísimas puestas de sol, sobre todo en verano.

Y de ahí al Algarve, que ocupa prácticamente todo el sur de Portugal, una región llena de calor, de luz y de color. Y es que el clima del Algarve es magnífico: 3000 horas de sol, que invita a unas auténticas vacaciones en Portugal. Una región para hacer senderismo litoral y descubrir los espectaculares acantilados de la Costa de Albufeira, Benagil, Lagos.

Del Atlántico hacia el Mediterráneo, el Algarve.

Sin que nos demos cuenta pasamos del Atlántico más rudo y fresco a esas aguas que forman el gran golfo que se cierra e el estrecho de Gibraltar. De las espléndidas e inmensas playas de arena fina de Odeceixe, en la Costa Vicentina, pasamos a arenales un poco más tranquilos, como los de Portimão. Y a barras de arena que han creado islas en Tavira.

Recorrer los caminos señalizados que nos llevan a cuevas esculpidas por el mar, a calas de aguas azul turquesa…Los pueblos, tal vez demasiado turísticos, se ven compensados por estas maravillas naturales. Por ejemplo las cuevas esculpidas por el mar en Benagil.

Pero también hay que recorrer el paisaje del interior del Algarve. Más frondoso, más montañoso, con tesoros como Silves o Aljezur. Son pueblos con hermosos cascos históricos que nos invitan a perdernos por sus callejuelas y descubrir despacio el patrimonio monumental. Al igual que los pueblos costeros como la bella Tavira. Sin olvidar la capital, Faro, una ciudad también llena de historia.

Madeira y Porto Santo.

Paisajes tropicales en Portugal, es la isla de Madeira.

Para terminar este recorrido por este magnífico país que es Portugal, atravesamos un trocito de océano para llegar a las magníficas islas de Madeira y Porto Santo y a las islas Azores, joyas del Atlántico.

Unas islas, porque son dos. La más conocida, Madeira, tropical, verde y frondosa. Y la pequeña Porto Santo, una isla plana que tiene algunas de las mejores playas de todo Portugal. Las dos nos ofrecen un turismo natural. Magníficas rutas de senderismo, las conocidas levadas de Madeira, que recorren el exuberante bosque de Laurisilva y llegan a los picos más altos, como el Pico Ruivo.  Acantilados, piscinas excavadas en la lava basáltica y Funchal, la capital y una de las ciudades más bonitas de Portugal.

Las playas de Porto Santo son el contrapunto perfecto si quiere descansar y tomar el sol. Y, por supuesto, hay mucho para comer y beber. Sabores únicos que maridan las esencias tropicales con el aceite de oliva y los producto ibéricos. Prueben el excelente vino de Madeira. Y no olvidemos las fiestas: la Fiesta de la Flor y el Carnaval de Madeira.

El Archipiélago de las islas Azores.

Volcán de Pico en las Islas Azores, cumbre de Portugal con má de 2300 metros.

El archipiélago de las  Azores se compone de nueve islas. Son São Miguel, Santa Maria, Tercerira, Graciosa, São Miguel, Pico, Faial, Corvo y Flores. Cada isla tiene un color y un ícono. Flores, aves, las ballenas que visitan el archipiélago, cada isla es un viaje único en todos los sentidos.

Como el muy complicado visitarlas todas, les recomendamos que hagan varios viajes. Empiecen por São Miguel, un resumen de todo el archipiélago y que cuenta con algunos de sus sitios más conocidos. Por ejemplo la Lagoa das Sete Ciudades, los campos de té, los baños termales de Furnas, la capital Ponta DelgadaTerceira y Graciosa con Angra do heroísmo, pequeña ciudad cosmopolita que destaca por su arquitectura colorida.

El Triángulo central con Faial y Horta, una isla pequeña con un crater central y una ciudad que ha estado conectada al mundo a pesar de estar posada en mitad del Atlántico. Pico, la isla del volcán homónimo, la cumbre de Portugal con más sede 2300 metros. Y con algunos de los viñedos más curiosos del mundo. São Jorge es una isla alargada que tiene más de 50 fajãs, llanearas litorales de origen volcánico. Un paraíso para los amantes del trekking y senderistas. Una isla que tienen piñas, y café!

Por ultimo ,Corvo, Flores y Santa Maria son islas pequeñas menos visitadas y llenas maravillas geológicas naturales y faunísticas.

El tesoro de la astronomía portuguesa.

Los famosos pasteis de nata, prueba de las delicias en pastelería de Portugal, y de toda su gastronomía. © María Calvo.

Y no podemos invitarles a este viaje a Portugal sin hablarles de la gastronomía portuguesa, una delicia para todos los paladares. La riqueza gastronómica del país se manifiesta a través de los famosos platos de bacalao. Se dice que en Portugal hay 365 formas de preparar el bacalhau, una para cada día del año.

Y podemos dar fe de ello: el bacalhau á bras, el bacalhau com natas, … Sin dejar de lado, por supuesto, los arroces caldosos, las caldeiradas de pescado y marisco. Los embutidos y los deliciosos quesos.

Pero no se pueden olvidar los postres. ¡cómo no!: las diferentes variedades de pan y dulces: los famosos pasteles de nata, las palmeras, las queixadas, los almendrados… Los vinos son deliciosos en Portugal. Desde el conocido  vino de Oporto al vino verde, Dao, el vino del Alentejo, el Douro, de MAdeira o Azores.

Además de su gastronomía monumental y de su sabrosa arquitectura, la cultura y la nostalgia, la saudade, inunda este país tan cercano y tan desconocido. Relea las novelas de Saramago y Queirós, los poemas de Pessoa, la música de Amalia Rodriguez, Madredeus o Carlos Paredes, añore Portugal antes de conocerlo y amarlo. ¡¡Benvindos a Portugal!!.