Durante los siglos de la Reconquista, la región tuvo la condición de condado. El conde de Portugal, que debió lealtad al rey de León, participó en la lucha interminable contra los musulmanes. Su deber cristiano y sus intereses coincidieron en la urgencia de extender su frontera hacia el sur.
Una victoria sobre los musulmanes en Ourique en 1139 fue la ocasión en que Portugal se transformó de un condado a un reino. Se proclama Afonso Henriques, como rey y comienza a llamarse Alfonso I de Portugal.
La transformación se produce durante el reinado de D. Afonso Henriques. En 1143 su independencia es aceptada por su primo y señor feudal, el rey de León. En 1179 el nuevo reino fue reconocido oficialmente por el Papa.
Alfonso y sus sucesores, con la ayuda de las órdenes monásticas militares, avanzaron hacia el sur para expulsar a los musulmanes. En 1249, esta Reconquista terminó con la recuperación de Algarve en la costa sur, dando a Portugal la actual forma costera, con pequeñas excepciones.
En 1348 y 1349, al igual que el resto de Europa, Portugal fue devastada por la peste negra. En 1373, Portugal hizo una alianza con Inglaterra, la alianza más antigua del mundo.
En 1383, el rey de Castilla, esposo de la hija del rey portugués que había muerto sin un heredero varón, reclamó su trono. Una revuelta popular llevó a la crisis de 1383-1385. Una facción de los nobles menores y comunes, dirigido por Juan de Aviz (más tarde Juan I), secundado por el general Nuno Álvares Pereira derrotó a los castellanos en la batalla de Aljubarrota. Esta famosa batalla sigue siendo un símbolo de la gloria y la lucha por la independencia de la vecina España.